La Patrulla-X, el gran éxito del comic-book en la década de
los 80 y 90, es la protagonista de este volumen de la serie Marvel Superhéroes:
Una muerte X-Celente nos ofrece la oportunidad de dirigir a todo un equipo del
mítico grupo en una trama relacionada con una base secreta controlada por
robots que se han apoderado del lugar.
La historia está por tanto ambientada en la época en que Xavier había dejado la dirección de su escuela (y la supervisión de los Nuevos Mutantes) a Magneto, con una Tormenta sin poderes actuando como líder. La aventura, por otro lado, reduce el grupo a solo cuatro miembros (Lobezno, Pícara, Rondador Nocturno y la citada Tormenta) que se irán turnando en la acción de manera que todos participen de la trama. El sistema de juego será el típico de la serie, pudiendo tomar decisiones libres como actuar por libre o consultar con la líder del equipo, aparte de los consabidos puntos de Vida y Heroísmo o las diversas habilidades de cada superhéroe, que requerirán el lanzamiento de un dado.
Así, según el personaje que nos corresponde en cada momento,
y que puede variar de una sección a otra, tendremos que usar una serie de
habilidades: algunas serán compartidas por diversos personajes (como Agilidad para
Rondador, Tormenta y Pícara), y otras serán exclusivas de cada uno (Liderazgo
para Tormenta, Combate con garras si corresponde a Lobezno, Fuerza en Pícara o
Teleportación en el caso de Rondador). Y si bien a priori resulte todo un
aliciente por poder controlar cuatro personajes en lugar de uno, a lo largo de
los diversos vaivenes puede resultar algo confuso.
La aventura, decíamos, nos conduce a una base militar
situada en la isla de Obar, a tiro de piedra de la mansión del grupo, donde el contingente
humano ha quedado recluido por unos robots fuera de control que ahora dirigen
el complejo. Y a pesar de hallazgos como ese grupo de científicos, cuyas
personalidades apenas se llegan a desarrollar, es una lástima que no se explore
más el extenso universo de Marvel; y es que cuando uno esperaría enfrentarse a
Dientes de Sable, el Nido, Mr. Siniestro o el propio Magneto, todo queda
reducido a huir del lugar, con pequeñas intervenciones de Henry Gyrich, la Mano
o algún Centinela.
En conclusión: una buena idea, la de dirigir a cuatro
personajes distintos, que lamentablemente tiene un alto precio en el desarrollo
de una historia que, por otro lado, no nos ofrece la gran aventura superheroica
que un volumen dedicado a la Patrulla-X nos promete desde la misma portada.
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